Vivienda unifamiliar y anexos en un desarrollo de baja densidad
Localizada en una de las ultimas parcelas vacantes dentro de un desarrollo urbanístico de baja densidad, en una parcela de forma rectangular, rodeada de viviendas unifamiliares de diversas formas y estilos, la edificación objeto del presente proyecto, de uso residencial, concretamente una vivienda unifamiliar y los anexos ligados a la misma, se encuentra muy condicionada por las especiales características, tanto físicas, como urbanísticas, de su ubicación. Una amplia barriada de viviendas de baja densidad conforman el atiborrado entorno urbano en el que se sitúa, un conjunto carente de armonía y calidad, que se hace además extremadamente presente en al ámbito de la actuación debido a la densidad del área.
De similar manera, los factores económicos ligados a la actuación, la necesidad de abordar la misma desde la contención presupuestaria, la condicionan en gran manera, haciendo que resulte necesario responder a las demandas programáticas de una forma directa y sencilla, sin artificios, con el menor consumo de superficie y recursos posible, pero siempre manteniendo la gran calidad ambiental en los espacios habitables y los elevados estándares constructivos, de rendimiento energético y sostenibilidad demandados por sus futuros habitantes.
Se trata pues de articular una intervención que dé respuesta adecuadamente a unos condicionantes diversos, un difícil entorno y un presupuesto limitado, mediante una única estrategia de contención formal y volumétrica que al mismo tiempo garantice la calidad espacial y compositiva de la edificación. Esta responde al vecindario en el que se sitúa de una forma humilde y silenciosa, tratando de no añadir más ruido a un entorno sobresaturado de referencias arquitectónicas disonantes y pobremente articuladas. Para ello, se opta por una volumetría simple reminiscente de la forma prototípica de la casa, una volumetría dotada las cualidades silenciosas de las formas primarias, pero en la que se introduce una pequeña variación al dar a uno de los aleros de la fachada norte de cierta pendiente en sentido longitudinal. Este pequeño y sencillo gesto permite dotar a la vivienda de una imagen característica adaptando su escala en el acceso desde la calle, además de contribuir a contener aún más su volumetría y permitir la iluminación cenital de la terraza de verano con fría luz del norte.
La volumetría nace de una planta simple, perfectamente ordenada y adaptada para la construcción modular y la prefabricación, mediante una geometría adaptada a una retícula regular. Esta planta sencilla es capaz por el contrario, de acoger la no tan simple variedad de requerimientos programáticos de la familia que la ha de habitar, sin estridencias, ni desviaciones u excepciones a su estricta matriz generadora. Algo que resulta fundamental dentro de la estrategia de contención económica.
Como parte de la estrategia de contención formal la edificación se desarrolla prácticamente en una sola planta, mediante un volumen de escasa altura y acabados austeros y elegantes, que protege su privacidad ante el vecindario sin encerrarse a su entorno ajardinado más inmediato, al que se abre mediantes sendas terrazas exteriores cubiertas. Estas terrazas cruzadas, una soleada para el invierno y otra en sombra para el verano, son una especie de ámbitos interiores abiertos que sirven de extensión a las actividades de los distintos espacios de la casa. Así el estar, el comedor y la cocina se abren a la terraza sur con la que conforman un continuo en el que se sitúan las actividades menos privadas. Las estancias más privadas, los dormitorios y el estudio ligado al salón se relacionan con la terraza situada al norte, más fresca, pero sobre todo, más oculta y privada. Además de ser espacios en los que dormir la siesta almorzar o dejar pasar el tiempo, las terrazas cubiertas contribuyen a las circulaciones de la casa gracias a la permeabilidad de la misma. Así el aseo ligado a las estancias más públicas, cocina, estar y comedor, resulta accesible igualmente desde la terraza sur. Al igual que el lavadero situado en el extremo más oriental de la misma, que puede funcionar como tendedero ventilado gracias a sus dos paneles correderos de cerramiento, uno de lamas y otro opaco.
Algo parecido sucede en la terraza norte, que aunque de dimensiones menores también contribuye a generar un espacio de expansión y desahogo para las actividades de la casa, en este caso ligado las piezas de habitación y el WC principal. Este baño puede funcionar ligado al dormitorio principal o a ambos dormitorios. De similar manera la habitación de la niña puede abrirse al espacio distribuidor mediante una serie de paneles correderos. Entre esta última estancia y el WC se sitúan las escaleras que dan acceso al bajocubierta, un espacio polivalente que funciona como desahogo para la limitada superficie interior de la vivienda proveyendo de espacio de estancia, de habitación o de almacenaje en función de las futuras necesidades de la familia que la habitará.
El ámbito de las terrazas se pinta de negro o color grafito oscuro a fin de favorecer su conexión con el espacio ajardinado, que de esta forma se introduce en las mismas. En el interior de la vivienda por el contrario se favorecen las tonalidades más claras y blancas, que favorecen la necesaria privacidad ante un vecindario extremadamente presente.
A fin de optimizar su eficiencia energética, la vivienda presenta dos grandes fachadas una más cerrada y protegida orientada al norte y otra más abierta y permeable, hacia el sur. La vivienda resulta así más privada en las orientaciones más expuestas y cercanas a la edificación adyacente al norte, lindero hacia el que se acerca al máximo, dejando en la distancia normativa de 3 metros, espacio para el aparcamiento de los vehículos al aire libre. De este modo además de aprovechar las orientaciones de la forma más eficiente posible se consigue liberar el mayor espacio ajardinado posible hacia el sur. Además a fin de evitar el excesivo soleamiento, los grandes huecos de la fachada sur están dotados de protecciones solares, mediante celosías de lamas correderas, y especialmente, mediante la cubrición de la terraza sur que las protege de la lluvia, al mismo tiempo que actúan de brise-soleil para los grandes ventanales de la cocina, el salón y el comedor en verano. De esta forma, la edificación consigue un excelente rendimiento energético, lo que unido a otras medidas de diseño y constructivas, como la implementación de una capa continua de aislamiento térmico de 16 cm entre las montantes del entramado ligero complementada por una capa adicional continua de 6 cm en fachadas y cubierta, sin ningún puente térmico, calefacción y climatización mediante geotermia, favorece la obtención de una calificación energética A.
Los condicionantes económicos unidos a la firme intención de proyectar una vivienda constructiva y energéticamente muy eficiente, se ha trasladado asimismo a la vertiente constructiva y a la elección de materiales de acabado de la edificación, proyectando un edificio basado en un sistema modular de prefabricación con estructura y cerramientos en madera y revestidos mediante un sistema SATE con acabado de mortero de cal raspado. La estructura principal de la vivienda, es resuelta mediante un sistema de entramado ligero de madera, formado por montantes de madera maciza de sección rectangular arriostrados mediante paneles de madera contrachapada, y rellenados con aislamiento que son prefabricados en taller, para formar una estructura de paneles que posteriormente se monta en obra sobre la cimentación ya ejecutada. Este sistema de construcción seca permite una planificación exacta de la construcción y grandes ahorros en los tiempos de obra.
La fachada se remata en su arranque inferior y coronación superior con un entablado horizontal de madera en color grafito, prácticamente enrasado con el acabado de mortero raspado del SATE que remata el cerramiento. Esto unido a las líneas estructurales de montantes presentes en las terrazas y ventanales de la vivienda permite una correcta lectura del sistema estructural de la vivienda: La estructura de madera se hace presente al exterior y se combina con los materiales de acabado de la vivienda, el pavimento de madera de alerce de las terrazas, el mortero raspado gris grafito, para que la tradición resulte así, reinterpretada de forma contemporánea.
El programa se resuelve mediante un volumen condicionado por su entorno, hasta el punto de verse obligado a adoptar una cierta actitud de negación, de autonomía respecto al mismo, pero que al mismo tiempo presenta una voluntad de relacionarse con los elementos que definen el territorio en el que se emplaza. En este sentido se adopta una volumetría ligada a la tradición vernácula, mediante su cubierta a dos aguas, más parecida un cobertizo, o establo que a un caserío. Esta actitud resulta insuficiente para mejorar la problemática del entorno en el que se sitúa pero al menos contribuye a no agravarla.