0151_RAILWAY ENGINEERS’ HOUSE
Transformación eficiente del edificio situado en la calle Cuesta de Olabeaga 14 del barrio de Olabeaga en Bilbao.

«La plate volupté et le pauvre mystère

Que de n’être pas vu.»

 

Paul Éluard

Situada en la parte alta del barrio de Olabeaga, en la calle Cuesta de Olabeaga 14, entre los nuevos viales de acceso a la ciudad de Bilbao y las líneas ferroviarias de cercanías que discurren por la margen izquierda de la ría, la edificación había sido edificada precisamente en origen como villa para los ingenieros del ferrocarril, y fue posteriormente trasformada en vivienda colectiva con la adicción de varias plantas superiores.

Ambas fases de la construcción se observaban  claramente diferenciadas. Las plantas inferiores, aparte de la baja semienterrada, presentaban una gran altura libre y una noble construcción con gruesos muros de sillería y mampostería en las plantas principal y primera. Las tres plantas superiores añadidas con posterioridad presentaban una factura más humilde con muros portantes de ladrillo perforado y una altura entre plantas más reducida. En la ampliación el edificio conservó su característica cubierta mansarda lo que le añadía una planta vividera más así como un bajocubierta no habitable en la parte superior. Las nuevas  viviendas, de reducidas dimensiones, cuatro por planta, se articulaban en torno a una gran escalera compensada, que dificultaba la accesibilidad a las mismas, un problema que se veía agravado además, por la gran altura libre de las plantas inferiores y por el hecho de que el acceso principal del mismo se situaba en la planta principal a través de una escalinata exterior, mientras que a las viviendas situadas en la planta baja, semienterradas, solo eran accesibles desde una entrada independiente de escasa altura bajo esta última.

En este caso la solución adoptada tiene como objetivo la recuperación y puesta en valor del noble carácter de la construcción original, respetando y potenciando sus características tipológicas, aunque se plantea la construcción de un nuevo cuerpo vertical  perpendicular a la fachada sur, como elemento necesario para la solución de las dispares problemáticas que afectan a la edificación. Este elemento de factura contemporánea, de reducidas dimensiones en planta pero gran altura, se sitúa en la orientación más discreta de la edificación, que por otro lado resulta muy visible desde la ciudad. Así, el nuevo cuerpo se observa casi siempre parcialmente oculto, o solo visible en parte por lo que ofrece un contrapunto discreto pero a la vez divertido y desenfadado frente a la elegancia de las fachadas rehabilitadas.

El nuevo cuerpo, una liviana estructura de 7 plantas, formada por una retícula regular de finas costillas de acero de acentuada verticalidad, acoge un nuevo nucleo de escaleras exterior y una serie de elementos comunes servidores: galerías y miradores,  tendederos comunitarios para las viviendas del bajocubierta y bajo que carecen de los mismos; y una planta técnica para la ubicación de los nuevos depósitos de los acumuladores solares para producción de agua caliente sanitaria, además de cuartos de limpieza y contadores. Para mantener la necesaria ventilación de las escaleras exteriores pero tratar de protegerlas de  la climatología adversa el cuerpo se reviste de chapa perforada y paneles vidriados. El ambiguo color verde / azul turquesa de la nueva estructura contrasta con el clasicismo y la blancura de las fachadas principales de la edificación rehabilitada, y aporta una nota optimista, mientras que la volumetría de su cubierta a dos aguas consigue mediante el sutil gesto de su cumbrera diagonal establecer un dialogo con la mansarda existente en la que prácticamente penetra.

Las fachadas se rehabilitan en su totalidad mediante un sistema de aislamiento exterior que reproduce los alzados originales en un elegante color blanco acabado en dos texturas que sirven para diferenciar sutilmente los paños de fachada y sus molduras y elementos decorativos. Estos reproducen los originales apenas ligeramente simplificados.

Una serie de gestos sutiles, entre los que destaca el basamento color grafito, insinúan el carácter contemporáneo de la intervención. Éste se eleva hasta media altura de las ventanas de la planta principal, coincidiendo con el bastidor horizontal de las ventanas en guillotina originales que el proyecto pretendía reproducir a pesar de haber sido sustituidas prácticamente en su totalidad. Algo que lamentablemente no pudo hacerse finalmente

Mediante todas las actuaciones se logra la recuperación de la belleza de la edificación original sin renunciar a la contemporaneidad de la intervención que se insinúa en elementos que resultan preceptivos en base a las normativas vigentes, como la protección de vistas para tendido o las defensas anti caídas en las ventanas, realizadas con chapas perforadas color turquesa. La utilización intensiva del color turquesa resulta fundamental a la hora de integrar de forma tranquila las numerosas instalaciones necesarias para la readecuación de la edificación (electricidad y telecomunicaciones, gas, energías renovables etc.)  en un espacio tan reducido.

Debido al corsé normativo hubo que contener la intervención reduciendo muchos de los usos inicialmente previstos para el cuerpo anexo, que se planteaba como un ambicioso espacio de oportunidad para la transformación a operar en la edificación. Y en base a ello cabe preguntarse si no debería hacerse un esfuerzo a la hora de racionalizar las soluciones de adaptación normativa en el caso de las actuaciones de transformación, ya que en numerosas ocasiones se corre el riesgo de hacer inviables muchas de las mismas. Poco se ha hecho para enmendar o compensar el desfile de garantías, etiquetas y certificaciones necesarias para las transformaciones de edificios. Y es por ello que en nuestros días, a menudo el fracaso se anuncia antes del estudio.

Decía el poeta Paul Eluard que solo hay poetas esperanzados ante el mundo y poetas desesperados por él, y  que es su esperanza o su desesperación la que mueve su imaginación. Eluard era un poeta esperanzado.

 

Nosotros creemos en los arquitectos esperanzados. En los arquitectos que independientemente del limitado alcance de la tarea encomendada, del limitado presupuesto o de las dificultades coyunturales, intentan posibilitar una transformación positiva de las situaciones construidas, los arquitectos que frente a una intervención de rehabilitación o simplemente de reparación, buscan siempre una mejora de las condiciones de partida y aprovechan cualquier resquicio para favorecer esa posibilidad trasformadora.

Transformar es un desafío arquitectónico que permite resistir al estándar, que permite prolongar las emociones que la ciudad existente produce en términos de variedad de espacios, de tipologías; es una cuestión de interés público al hacer más con menos. Hay que tener en cuenta que gran parte de los edificios residenciales existentes tienen un valor en sí mismos y se encuentran lejos del fin de su vida útil, aunque no respondan a las condiciones de confort consideradas optimas en la actualidad. Analizando con sentido común y atención las cualidades, las carencias, las faltas y el potencial de transformación aprenderemos a descifrarlos y diagnosticarlos sin aplicarles desde el principio los cuadros normativos inherentes a la nueva construcción, sino armados de una metodología y unas herramientas adaptadas a unas nuevas reglas de juego.